La tía Marge interviene
Por si la situación no fuera ya suficientemente dolorosa, intervino la tía Marge, señalando mi plato con un suspiro teatral. “Realmente destaca al lado de mi famosa cazuela, ¿verdad?”, proclamó, su voz atravesando la habitación como una flecha. Sus palabras actuaron como un foco implacable, reduciéndome con cada sílaba mientras todas las miradas se volvían para comparar los platos. Las comparaciones eran sutiles, pero lo bastante claras como para erosionar la poca resolución que me quedaba.

La tía Marge se une a nosotros
Voz sarcástica
Su voz parecía ganar volumen con cada comentario, y cada inflexión conllevaba un peso que me disminuía aún más. “¿Cómo te acuerdas de eso?”, insistió, sin intentar disimular la burla que desbordaban sus palabras. Bajé la mirada hacia mi plato, mis dedos apretando suavemente la tela de mi vestido en un intento de estabilizarme. No se trataba sólo de la comida, sino de la sensación de estar expuesta, como si una parte íntima de mí estuviera siendo juzgada cruelmente delante de todos.

Voz sarcástica

